domingo, 17 de noviembre de 2013

Jeff Wall y el fotoconceptualismo.


Nacido en Vancouver en 1946, ciudad en la que aún actualmente reside y trabaja, Jeff Wall es 
conocido como 'el fotógrafo que pinta la vida moderna'.'
Este autor nos traslada a un mundo perfectamente organizado y creado para que nuestras retinas se llenen de esa luz que otorga a sus imágenes escrupulosamente planificadas. Los intensos colores nos traspasan aquellas intenciones que el artista busca transmitir en el observador.

Como si de películas detenidas se tratasen, las escenas que crea el fotógrafo canadiense son tremendamente llamativas. No capta momentos únicos ni etéreos sino que atrapa pensamientos, deseos o intenciones para lanzarlos punzantemente sobre el espectador.
Construye historias como cuadros de composiciones complicadas; imágenes de gran tamaño donde relata escenas cotidianas de denuncia social.'

El dedo de Jeff Wall pulsó la idea en forma compartida con sus fotografías más destacables “Mimic” y “Destroyed room”.




El fotoconceptualismo es una de las corrientes más relevantes dentro de la fotografía artística, en la que nos interesa el canadiense Jeff Wall en el que nos centraremos más adelante. Sus obras ayudaron a definir el fotoconceptualismo. Las características básicas de este género son la planificación de la escena en la que cada detalle es importante.


No buscan plasmar la realidad existente o capturar un momento exacto, sino que crean esa realidad y ese momento. Crean una historia cuidando cada elemento, gesto o rasgo.

Jeff Wall es uno de los artistas más relevantes del fotoconceptualismo ya que se puede considerar como el creador de este género. El fotoconceptualismo puede compararse con una película de cine, ya que este tipo de fotografías parten de un guión, de un argumento; en el que son escogidos los personajes, el vestuario, el lugar, las posiciones y la escena.

En esta fotografía lo que importa es el concepto como ya la palabra indica, en el que la idea es la obra en sí misma. Esta disciplina artística se centra en los ambientes cromáticos, en los luminosos y en las variaciones de la naturaleza.
En el fotoconceptualismo la obra no es dueña de sí misma. Muchos artistas conceptuales tomaron como influencias trabajos de artistas clásicos para inspirarse en sus creaciones. Este género fotográfico viene derivado del arte conceptual en el que las ideas dentro de una obra son un elemento más importante que el objeto o el sentido por el que la obra se creó.





Jeff Wall, uno de los fotógrafos más representativos de la conocida Escuela de Vancouver surgida durante los años 80.; esta escuela agrupaba a todos los artistas del fotoconceptualismo canadiense. Sus obras fueron clave para definir este género que se caracterizaba por la creación de imágenes a través de “no-acontecimientos”. El propio Wall define su trabajo como una mímesis de los efectos del cine y la pintura. Sus composiciones están estudiadas y planificadas cautelosamente donde encuentran su punto de partida en obras clásicas, en este caso Edouard Manet.


Con su trabajo ha conseguido crear una atmósfera que explique al espectador algunos de los problemas más palpitantes del momento. Los temas tratados en sus imágenes son sociales y políticos; como la violencia urbana, racismo, pobreza, así como enfrentamientos de género y clase. La mayoría de sus obras están realizadas en grandes tamaños y cargadas de una luminosidad impactante.


El poeta francés Charles Baudelaire decía que el “pintor de la vida moderna” era alguien que supiera aunar en su obra el interés formal con la capacidad de incidir en lo social y/o cultural; por lo que las fotografías de Jeff Wall plasman perfectamente y cumplen con esas necesidades que Baudelaire expone. Las obras de Wall están llenas de múltiples sugerencias y ambigüedades que permiten diversas visiones y comprensiones por parte del espectador.

El fotógrafo canadiense pone en la palestra mediante sus imágenes “teatrales” elementos fundamentales de la crisis existencial contemporánea: soledad, angustia, la incomunicación o la crueldad. Refleja una realidad cotidiana agobiante que presenta la visión pesimista del ser humano.
Podríamos decir, que dentro de la tranquilidad aparente que vemos en sus obras, se esconde una profunda intranquilidad que llega a ser perturbante. Wall crea situaciones metafóricas en las que su objetivo es que el espectador medite sobre esos problemas sociales.




Jeff Wall afirmaba que “podía crear una práctica figurativa que fuera formalmente interesante y capaz de expresar algo acerca del estado del mundo real y de las relaciones que se dan en él”.
Que salga bien la imagen es “lo único” que le preocupa al fotógrafo canadiense; así que, su primer acto creativo consiste en “no fotografiar nada, abstenerse de capturarlo, aunque si experimentarlo, atestiguarlo, sea lo que sea”. Wall reconstruye sus experiencias y las convierte en imágenes, al igual que un poeta reconstruye sus vivencias y sentimientos personales y las transformarse con un toque de pluma en versos cargados de emoción.





Jeff Wall decía “me interesaban mas los pintores de antaño. Me fascinaba Picasso y los artistas de ese tipo. Eso se mezclaba con mi interés por la fotografía, porque tenía el ejemplo de lo que la pintura podía hacer como arte visual, que siempre influyo en mi manera de ver la foto”. 


Muchas de sus obras sucedieron de verdad en un lugar concreto, pero Wall decide recrear el lugar y suceso y fotografiarlos en otra parte y utilizando su estilo particular, por lo que el espectador a veces se pregunta si lo que ve realmente paso o fue provocado.


Él expone: “mi objetivo al hacer esos cambios tiene que ver con dar cuenta de cómo fue experimentado el hecho. La transformación que sucede, ya sea reconstrucción o montaje, busca hacer lo que considero una buena imagen”.
Wall en algunas de sus fotografías prepara la escena, a lo que él denomina cinematográficas, porque están realizadas de la misma manera que una toma de película, pero durante ese proceso suceden muchos cambios, sucesos inesperados; por lo que el canadiense afirma que “no existe una línea divisoria real, absoluta, clara entre lo que fue capturado y lo que fue ejecutado”.




A Jeff Wall le interesa la emoción ya que lo considera elemento relevante y fundamental en “todo buen arte”, aunque afirma que no es necesaria que la emoción se exprese en los gestos o expresiones de sus personajes. Para él, una fotografía puede crear emoción a partir de su composición, sus tonos, la relación de formas, etc.


En la fotografía de Wall queda al descubierto que lo importante no son los medios y los métodos que utilices, sino su expresión misma.

La fragilidad de los personajes se rompe con su entorno intranquilo, estos personajes están sujetos a una fuerte presión social y a una importante alienación en la que ninguno parece hacer aquello que le gustaría; son individuos llenos de emociones reprimidas que nos muestran las contradicciones internas que los agitan, al igual que unos supervivientes de una catástrofe. Las fotografías de Wall son dramáticas escenificaciones de la vida urbana y de la moderna alienación que se concentran en instantes fugitivos, en emociones y gestos fugaces que nos atraen e implican en aquello que nos muestran.



Jeff Wall se descubre como un pintor de lo prosaico que se opone al propio medio, pues la ley básica de su trabajo es la del director artístico de una película que solo quiere exponer un procedimiento. Tal y como decía el canadiense, “se necesita una mediación dramática del elemento conceptual en el arte, ya que sin ella los conceptos van por un lado y las obras por otro”. 

De este modo, Jeff Wall pone en juego una retórica de la ambigüedad que significa el cuestionamiento de la existencia. En sus imágenes, posiblemente algo importante ha sucedido anterior a la escena y que nunca sabremos, un momento crucial en el que el personaje pierde la identidad, se transforma o extravía. Como Wall bien dice “hay algo en cada obra, no importa lo bien estructurada que este, que nunca podrá mostrarse”. Teniendo esta afirmación en cuenta, Jeff Wall a lo largo de su etapa fotográfica se fue centrando en lo nocturno e imaginario (“Odradek, Taboritska 8, Prague, 18”) para poder captar aquello invisible que se le escapaba en sus imágenes. Muchos de los personajes de sus fotografías parecen estar inmersos en sus pensamientos o en algo que les hace completamente ausentes del entorno que les rodea. Individuos solitarios que luchan con su angustia interior en la que nosotros no podemos participar, en la que únicamente solo somos unos simples “voyeurs”.




Abundantes escenas de Wall son desoladoras y de un resquebrajamiento psicológico impresionante que buscan crear la tensión del observador. Son fotografías que nos están contando un secreto silencioso de esos personajes que están deseando explotar de su opresión, son imágenes que dentro de ese silencio inaudito nos están manifestando a gritos la verdadera realidad que sufren.

En conclusión, el fotógrafo Jeff Wall tiene en sus obras una doble intención con la que pretende incidir en el espectador advirtiéndole de la realidad de su mundo, haciéndole interaccionar con sus personajes situando al observador en la situación que sus sujetos están experimentando.
La característica destacable de Wall es su trabajo con la indefinibilidad de los dos polos, el de la realidad y el de lo capturado. Las fotografías de Jeff Wall son la copia exacta de una película muda en la que el espectador es el fiel creador del argumento.




Por Jennifer Custodio.






2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Me encantó! donde puedo encontrar más información sobre el fotoconceptualismo, estoy trabajando en mi tesis sobre fotografía conceptual y me vendría muy bien una manita con las fuentes. Saludos desde República Dominicana.

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