Quien iba a decir que esta frase de Eastman iba a ser la definición de la
fotografía actual. Las nuevas tecnologías han deteriorado por completo la magia
de la fotografía, me cuesta ver ese encanto añejo y corroído en las imágenes
que nos rodean día a día.
Me entristece el abandono de las viejas costumbres;
mi padre me suele decir “ ¡siempre se vuelve al pasado!”, lástima que aquí no
se cumpla esto. En lugar de avanzar, la fotografía está retrocediendo a pasos
agigantados; sí, cada día saldrán millones de cámaras más avanzadas y mejores y
nuevos programas de retoque fotográfico, cada uno de ellos mejor que el
anterior, pero esos progresos no garantizan ni mucho menos una mejor calidad. En
mi opinión, hemos dejado escapar la importancia y el verdadero interés de esos
recuerdos impresos en papel. Muchas ocasiones escucho estas palabras que tanto
me cabrean: “ no pasa nada, eso se
arregla con Photoshop”; entonces es cuando yo pienso, ¿ y cuándo no existía
el Photoshop ?. Cuando no existían tantas paparruchadas de programas, es cuando
de verdad se hacían las buenas fotografías, cuando el ojo del fotógrafo
trabajaba a toda máquina para lograr y captar momentos únicos que harían sentir
mariposas en el estómago a cualquiera. Ahora en cambio, parece un juego y en
realidad dos o tres individuos saben de verdad manejar una cámara. Cualquiera
tiene una amada y deseada “réflex”, se venden como caramelos; y en cada esquina
te encuentras un “fotógrafo”. Es realmente repugnante el boom de esta disciplina.
Cuando un público dedica tiempo a una foto, significa que
está contemplando una maravilla; en el momento en el que sientes ese algo
inexplicable que te llena y transmite todo tu interior, Para mí, no hay mejor
frase que pueda describir lo que es la fotografía en realidad: “ puedes enseñar a cualquiera a hacer una
foto, pero para lograr que sea buena se necesita mucho más; cierta
efervescencia, algo intangible. No sé explicar de qué se trata. Ese algo que
hace que la gente sea buena en lo que hace. Rankin”
Yo, me quedo con esto, no tengo más palabras. Creo que
seríamos más “fotógrafos” con una Kodak
instamatic de antaño que con los nuevos cacharros de cámaras de ahora; que
más que hacer una foto parecen robots de cocina. Finalmente, no es necesario un
buen equipo, ni las mejores tecnologías del mundo; lo necesario es poseer “ese
algo” que hace que tus sentidos se anulen y que tus ojos se enamoren de lo que
captan para seguidamente darle al “click”.
“Click” y a parte; lo que se lleva, fotográficamente
hablando, me parece artificial y antinatura. Esa horrible manía de convertir
los ojos en ojos irreales, que más que unos ojos de persona parecen ojos de
muñecos. La obsesión por buscar la perfección en los modelos de las fotografías
creando pieles aterciopeladas que jamás existirían. Dejar a un lado los
defectos que son los que hacen a las personas; un diente torcido, por ejemplo.
Esos pequeños detalles son los que crean fotografías perfectas, y no una piel
estupenda retocada hasta la saciedad. Rechazo lo postizo frente a lo natural,
que me proporciona el verdadero encanto. Esos cielos apocalípticos en HDR que
consiguen que te arranques los ojos; convierten un precioso paisaje en una
horterada absoluta.
Se me olvidaba, los famosos filtros que logran hacer de la
foto más mediocre una maravilla; o eso es lo que creen los usuarios. Un abuso extremo visible en una de las mayores
redes sociales basada en la publicación de fotografías, llamada Instagram. Pero
esto es como todo, se encuentran divinidades y completas mamarrachadas. Los
smartphones han supuesto una gran influencia en el ámbito fotográfico. Más que
móviles , se han transformado en las nuevas cámaras compactas del mundo. Cada
vez que sale un teléfono móvil al mercado, los creadores de éstos se centran en
la mejora de la cámara que incorporan; esto demuestra la importancia de la
fotografía en nuestra sociedad. Retomando el tema anterior, esta nueva red
social en la que millones de adictos muestran su día a día mediante fotografías
realizadas con el teléfono móvil. Instagram, ha dado lugar a nuevos fotógrafos
que realizan estupendas instantáneas sirviéndose únicamente de su smarthpone,
lo que nos conduce de nuevo a que no es necesario un buen equipo sino un buen
gusto y un buen ojo.
Por otro lado, todo esto contiene un aspecto negativo que
comenté en párrafos anteriores; la explotación de la fotografía como elemento
indispensable para contar nuestro día a día al restos de los usuarios,
fomentada por las redes sociales en este caso.
Finalmente, lo que defiendo de Instagram es la adicción que
ha creado en nuestro entorno por la fotografía, captando cada momento y cada
instante en nuestros móviles para mostrar visiones únicas a los seguidores; eso
sí, también habría que poner un verdadero “filtro” a muchas imágenes que son
auténtica basura.
En verdad, el tema de la fotografía es un interminable
circulo vicioso, en el que en muchas ocasiones me llevo la contraria hasta yo
misma.
A mi parecer, en cuanto al mercado de la fotografía
cualquier cosa puede vender. Es decir, “hay que saber venderse”. De todas
maneras, creo que es más complicado vender una fotografía que un cuadro; ya que
una imagen la puedes reproducir e imprimir por tu cuenta por muy única que sea,
he aquí uno de los problemas de la fotografía en el mercado. La calidad importa
más bien poco, los compradores buscan la estética de las imágenes para adornar
sus casas. Hay tantos y tantísimos fotógrafos que resulta una ardua tarea
abrirse camino y llegar a lo más alto.
“Al
fin y al cabo la fotografía es un noventa y nueve por ciento negocio, contactos
y política, y en un uno por ciento creatividad. Rankin” Tristemente cierto, y hablando de
política; es vergonzoso la utilización de ésta para la manipulación de los
intereses. Podríamos aplicar sin ninguna duda el refrán “ una imagen vale más
que mil palabras”. Cuando vemos una noticia, nuestros ojos se dirigen a la
fotografía de portada de cualquier evento político; la creciente mediatización
de la fotografía en el ámbito político. El morbo y la mal interpretación
encabezan este tema, donde se vende lo que importa; dicho coloquialmente “ cada
uno barre para su casa”. Aquí carece de importancia lo estética que resulte, la
técnica utilizada o la calidad; lo que verdaderamente importa es la respuesta
que suscite en el espectador.
Para terminar, como buena amante de la fotografía siento que
todos deberíamos retomar las viejas cámaras para poder apreciar la verdadera
esencia y encanto de este arte. El placer de sostener los carretes en tus
manos, el misterio de recoger las fotos reveladas y el dulce sonido del
diafragma de las cámaras antiguas; el olor de la tinta de las Polaroids, los
negativos, los colores envejecidos…. Volver al origen para conocer el futuro,
un ojo mecánico que encierra experiencias. No hay que hacer una foto, sino
saber por qué la estás haciendo.
“Una
buena obra de arte es algo que siempre recuerdas, una imagen en la que piensas
cuando te despiertas. Rudolf Kicken”.
…. ¡Y click!
Por Jennifer Custodio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario